En la actual sociedad del
conocimiento, en constante cambio y vertiginosa evolución, se necesitan hombres
y mujeres con iniciativa para tomar decisiones y ser capaces de adaptarse a un
mundo incierto e imprevisible.
Para lograr este objetivo, en el
contexto educativo, seleccionamos el coaching como la técnica metodológica que
favorece el desarrollo del potencial humano y ayuda a los estudiantes a
progresar, de donde están hoy hacia donde pretenden llegar mañana.
La elección de la técnica no ha
sido fortuita, puesto que sus principios coinciden, en gran medida, con la
filosofía que preside el proceso de Bolonia (Obiols y Giner, 2011). En ambos
enfoques se promueve la autonomía del estudiante, su autoaprendizaje y el desarrollo
de competencias, a partir de su compromiso durante el proceso de aprender.
El aprendizaje está impactado e
influido por las emociones, cuando se logra un aprendizaje real es porque ha
ocurrido en el ser humano un proceso que le permite ver y comprender de una
manera distinta, logrando que actúe y se movilice hacia una nueva forma de ser
y hacer.
Llevar al estudiante de su
espacio de “confort emocional” hacia su zona de influencia y acción es la
principal función del Docente-Coach.
El coaching consiste en descubrir
el potencial de una persona
para maximizar su rendimiento.
Es más ayudar a aprender que
enseñar.
Timothy Gallwey
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